En primer lugar, debemos presentar la definición de la palabra desperdicio.

En el diccionario, el sustantivo masculino desperdicio significa “gasto exagerado; despilfarro” y “uso sin provecho; pérdida”.

Estos significados ya pueden dimensionar cómo los desperdicios son perjudiciales en cualquier ocasión.

En el ámbito de la sanidad, la metodología LEAN busca reducir las variaciones y mejorar los procesos, lo que permite reducir los desperdicios. Promueve la comprensión de las rutinas hospitalarias, además de exigir acciones que añadan valor y satisfacción a los pacientes.

Este término de añadir valor a los pacientes tiene hoy mucha atención, debido a la importancia de las mejoras centradas en los pacientes.

El objetivo de LEAN en la sanidad es facilitar, mejorar, acelerar y abaratar los procesos.

Para ello, es muy importante identificar y analizar qué actividades se realizan en los hospitales:

  • Añade valor (por ejemplo, la lista de comprobación antes de las cirugías);
  • No aportan valor añadido, pero son necesarios (por ejemplo, rellenar varios formularios para recibir el reembolso de las consultas médicas);
  • No aportan valor añadido (Ej: retrasos en los exámenes de los pacientes).

Para identificar estas actividades, los empleados de asistencia, que están en primera línea, son los más cualificados, porque saben dónde están los fallos y los aciertos del día a día. Al fin y al cabo, son ellos los que llevan a cabo los procesos y pueden sentir los resultados.

Tras esta clasificación, será posible definir qué actividades consumen mucha o poca energía de los procesos y cuáles de ellas aportan mucho, poco o ningún valor a los pacientes.

Y esa es la clave para orientar el despilfarro.

En la industria, fue el ingeniero de Toyota, Taiichi Ohno, quien identificó los 7 principales desperdicios en el sector y a partir de ellos se pudieron determinar también los 7 principales desperdicios en la salud.

Lo son:

  1. SOBREPRODUCCIÓN (Ej: la repetición y realización de pruebas innecesarias);
  2. ESPERA (Ej: espera de consultas, cirugías y materiales);
  3. TRANSPORTE (por ejemplo: materiales, equipos y pacientes);
  4. CIRCULACIÓN (Ej: de personal, de materiales, de equipos);
  5. INVENTARIOALMACENAMIENTO (Ej: materiales y medicamentos más de lo necesario);
  6. ERRORES Y FALLOS (por ejemplo: errores con la medicación, errores en las cirugías, máquinas paradas, reprocesos, fallos);
  7. SUPERPROCESAMIENTO (Ej: repetición de actividades, preguntar lo mismo varias veces).

Otro despilfarro que no se ha mencionado anteriormente, pero que también es muy importante, es el despilfarro de talento humano.

Es necesario escuchar y prestar atención a los empleados, porque son grandes barreras para evitar fracasos.

Varios empleados identifican procesos mal diseñados relacionados con la asistencia sanitaria. Y gracias a sus experiencias podrán evitar que los errores se repitan o que no se produzcan.

Así que también es un desperdicio no valorar a los empleados.

CONCLUSIÓN

En la sanidad los costes son cada vez más altos, hay nuevas tecnologías, nuevos problemas, nuevas inversiones. Es necesario desarrollar estrategias para eliminar los desperdicios.

Según el Consejo Nacional de Salud del Gobierno Federal de Brasil, en 2019 la salud dejó una inversión de 20.000 millones de Reales.

Esta cifra muestra que se invirtieron en la salud brasileña en 2019, menos del 15% del recurso de los ingresos de la Unión.

El IBGE presentó en 2019 que en 2034 el porcentaje de la población mayor de 65 años alcanzará el 15% de toda la población brasileña, y en 2060 llegará al 25,5%.

Esto significa que este envejecimiento de la población requerirá una inversión de 50.700 millones de reales en salud entre 2020 y 2027.

Pero, según la Agencia Brasil, el 30% del gasto sanitario privado en Brasil se desperdicia.

Es mucho dinero consumido para cubrir errores, que en su mayoría son evitables.

Esto tiene que parar.

Es fundamental medir, analizar, mejorar y controlar los resultados, para desarrollar mejoras de forma estructurada.

Para ello, las modificaciones tienen que ser efectivas y añadir valor.

Todos los profesionales, gestores, pacientes, financieros y compradores deben estar unidos en torno a un objetivo común: cambios que contemplen la reducción de costes sin reducir la calidad y la seguridad.


Farmacéutica Daniela Faria